lunes, noviembre 05, 2007

Tertulia de ciencia ficción


Divisó la silueta en la playa, a la distancia... Se puso de pie y se llevó la mano a los ojos para protegerse del resplandor del Sol... Por un momento tuvo la sensación... No, eso era imposible. No creía que fuesen a aprovecharse de ella con tanto descaro. Sin embargo, no pudo contenerse y echó a correr hacia él por la parte firme de la arena, junto a la orilla. El hombre estaba igual que en la última foto suya, feliz, lleno de energía, con la barba crecida luego de un día sin afeitarse. Ahogada en sollozos, se echó en sus brazos.

Cuando niña, Ellie Arroway perdió a su padre. Ahora, adulta, aún lo extraña. En lo más profundo de su ser soñaba con verlo y continuar disfrutando de su compañía, de su cariño.

De niña aún, y hasta de joven, solía soñar que llegaba a él y le anunciaba que su muerte había sido un error, que en realidad estaba vivo. Pero esas fantasías le costaban caro, al despertarse luego en un mundo donde él ya no estaba.

Nunca hubiera imaginado que gracias a aquel mensaje enviado por unas inteligencias desconocidas, sus sueños podrían cumplirse... Los científicos del proyecto Argos, empeñados en la búsqueda -mediante radiotelescopios- de inteligencia extraterrestre, reciben un mensaje junto a la imagen de Hitler inaugurando los Juegos Olímpicos de 1936. En realidad se trataba de las instrucciones para construir una máquina. ¿Para qué serviría aquel artefacto? Las esperanzas y temores de la humanidad no tardaron en aparecer.

A pesar de los temores en el sentido de que aquel aparato pudiese ser peligroso para la humanidad, el proyecto obtuvo luz verde. “Se demoraron años; fue un sueño de la tecnología y una pesadilla para la diplomacia, pero finalmente se logró construir la Máquina”.

Y ahora ahí estaba Ellie, en una playa de un mundo lejano... ¡¡caminando con su padre!!

Ellie tuvo la sensación de que se descorría una imponente roca y entraban los primeros rayos de luz en una tumba antigua, casi olvidada (...) Lo que más había añorado era poder volver a verlo, pero siempre reprimió su anhelo dado lo imposible de llevarlo a cabo. En ese momento, en cambio, lloraba por todos los años que los habían separado... lo tenía consigo, y no era un sueño ni una aparición, sino un ser de carne y hueso... o algo semejante. La había llamado desde el cosmos, y ella había acudido a la cita (...) Lo abrazó con todas sus fuerzas. Sabía que era un truco, una construcción, pero excelente. Por un momento lo tomó de los hombros y lo apartó de sí para mirarlo mejor. Estaba perfecto. Era como si su padre, muerto muchos años atrás, hubiera ido al cielo, y por último –por una vía tan poco ortodoxa– ella lograse volver a reunirse con él. Llorando, lo estrechó de nuevo entre sus brazos. Más de un minuto demoró en calmarse... Enjugó sus lágrimas, riendo y llorando al mismo tiempo...

El pasaje anterior forma parte de la novela Contacto de Carl Sagan.



El domingo 28 de octubre acudí a la sexta tertulia de ciencia ficción de la ciudad de México. Estas reuniones se llevan a cabo en el Sanborns de los pajaritos (mismo que se encuentra a la salida del metro División del Norte) y las organiza Jorge Armando Romo, un estudiante de biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM y participante de Sobrenatural.net.

En esta sexta tertulia encontré a dos buenos amigos del taller de ciencia ficción de la AMCyF (mismo al que me uní el 27 de enero de 1998, tengo en mente la fecha exacta porque ese día Héctor Chavarría me firmó su novela Adamas): Luis Flores Aguilar y Ángel Zúñiga (autor de la novela Retorno). De igual forma, conocí a Jorge Armando (fue él quien me invitó) y a Eduardo Honey. Durante la reunión platicamos de Contacto (para la de este mes comentaremos Blade Runner).

Ángel escribió:

Aunque esta vez tuvimos un quorum reducido, eso no evitó que comentaramos sobre el tema de esta sesión; la novela y película "Contacto", de Carl Sagan. En general concluimos que aunque no es una obra de fuerte caracter literario, sí es una novela (y película) emotiva y bien desarrollada sobre la virtud de mantener la fe ante lo desconocido, sin recurrir a la religión en forma.

Y realmente es una obra emotiva. La parte más conmovedora es aquella en la que Sagan relata el encuentro de Ellie con el extraterrestre que toma la forma de Ted Arroway. Los sentimientos de Sagan ante la muerte de sus padres fueron expresados en ese pasaje de su novela.

Platicamos tanto de la novela como de la película (misma que dirigió Zemeckis), de la carrera científica de Sagan, de su obra de divulgación científica, de su escepticismo (mismo que le llevó a ser uno de los fundadores del CSICOP) y de las críticas que recibió por parte de creyentes en platillos voladores. También platicamos de naturismo, homeopatía, y del “documental” ¿Y tú qué sabes?

Termino esta entrada precisamente con una de las críticas a Sagan, se trata de reproches que me parecen bastante graciosos.

En el editorial del número 46 de la revista Contactos Extraterrestres (que corresponde a la primera quincena de octubre de 1978) escriben:

Como ya va siendo costumbre, empezamos nuestro editorial comentando un nuevo ataque a los OVNIS, perpetrado esta vez por el pontífice mayor de los escépticos oficiales: Carl Sagan. En un reciente artículo publicado en Playboy –revista que va de perlas con la personalidad y apariencia del famoso astrónomo-, Sagan hace gala de su capacidad para argumentar como sofista y convencer a los desinformados de que el fenómeno OVNI no es más que un engaño fenomenal, voluntario o involuntario, pero engaño al fin y al cabo.

Una de las quejas del responsable del editorial es que Sagan no discute casos específicos, más bien afirma que los avistamientos son interpretaciones confusas de fenómenos naturales.

Sagan ni siquiera se toma el trabajo –como hacen Phillip Klass y compañía- de analizar un caso concreto para desmentirlo. No. Él es demasiado importante y su tiempo tan sagrado que no puede dedicarle más atención al asunto OVNI. Solamente está dispuesto a publicar de vez en cuando algún articulillo, sobre todo si puede colocarlo en revistas que como Playboy pagan una fortuna. No cabe duda que el oficio de escéptico profesional también está muy bien remunerado.

A continuación acusan a Sagan de “coquetear” con la ufología y la astroarqueología. Luego siguen criticando el artículo aparecido en la revista del conejito:

Con su artículo en Playboy, Sagan revela que, a pesar de todos los esfuerzos realizados por los ufólogos serios, la cuestión OVNI sigue siendo considerada con recelo cuando no se le rechaza francamente. En su caso, él plantea la teoría de que el gusto por los OVNIS y todos los fenómenos paranormales no es más que la expresión de una necesidad religiosa por parte de las masas. La gente necesita creer en algo, y en algo que sea misterioso, que excite su imaginación. Así los fabricantes de mitos han creado los OVNIS, la telepatía, la precognición, etc.

Después vuelven a reprocharle no realizar un trabajo como el de Klass, es decir, estudiar casos y explicarlos.

El pontífice de los escépticos es un hombre ocupado, y aunque el mito sea muy peligroso, sólo está dispuesto a atacarlo cuando puede escribir un artículo para Playboy.
Sagan aparece así como el ejemplo más completo del científico prefabricado para la sociedad de consumo.


Líneas más adelante le reconocen sus aportaciones a la ciencia, pero le piden que no se dedique al “escepticismo militante”; ahora que si insiste en hacerlo, que sea serio y deje a un lado su actitud “frívola” (los que no tienen una frívola actitud son los ufólogos crédulos, seguramente).

Hacia el final afirman que escépticos como Sagan no son profesionales sino improvisados, y que a pesar de las críticas “los OVNIS siguen apareciendo por todas partes y hasta raptando gente.”

Las últimas líneas no dejan de ser graciosas, desean que un OVNI rapte a Sagan:

Y no lo decimos con el ánimo de que el escéptico regrese a pregonar a los cuatro vientos la existencia de los OVNIS, sino más bien con el deseo de que no retorne, ya que así dejará de confundir a los lectores bienintencionados que tienen la desgracia de echar una ojeada a sus artículos.

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