lunes, julio 10, 2006

AMOR Y SEXO EN LA VIDA DE WITTGENSTEIN
(Segunda parte)


Locura, homosexualidad, tragedia y suicidio en los Wittgenstein

Rudolf Haller afirma que Ludwig Wittgenstein fue “Un hombre fundamentalmente religioso y con una especial sensibilidad sobre el pecado. No ocultó su homosexualidad, que tomaba como algo completamente natural. Vivió entre la tentación de la locura y la del suicidio (tres de sus hermanos se quitaron la vida)”. ¿Cómo se suicidaron los hermanos de Ludwig? Veamos.

Ludwig Wittgenstein fue el octavo y último hijo de Karl Wittgenstein y Leopoldine Kalmus. El apellido Wittgenstein fue adoptado por Moses Maier, el bisabuelo paterno de Ludwig.

Karl Wittgenstein era un exitoso hombre de negocios, se dedicaba a la industria del hierro y el acero. Tenía la intención de que sus hijos mayores también se dedicaran al negocio, por ello es que no los envió a la escuela (recibieron en casa su educación).

Los tres hermanos varones más grandes se suicidaron: Kurt, Hans y Rudolf.

Kurt, quien fue el único que no se reveló a los deseos de su padre y durante una época fue director de la compañía, al final de la Primera Guerra Mundial se pegó un tiro debido a que las tropas que estaban a su mando se negaron a obedecer órdenes.

Hans deseaba dedicarse a la música. Ray Monk cuenta: “Era un prodigio musical de talentos mozartianos: un genio. Siendo todavía un niño ya dominaba el piano y el violin, y a la edad de cuatro años comenzó a componer sus primeras obras. Para él, la música no era algo interesante, sino una pasión voraz; tenía que estar en el centro, no en la periferia de su vida. Enfrentado a la insistencia de su padre para que se labrara un futuro en la industria, hizo lo que su padre había hecho antes que él y se escapó a América. Su intención era ganarse la vida como músico. Qué le sucedió exactamente, nadie lo sabe. En 1903 se informó a la familia de que un año antes había desaparecido de una embarcación en Chesapeake Bay, y que no se le había vuelto a ver desde entonces. La conclusión obvia fue que se había suicidado”.

Este hecho hizo que Karl educara de forma distinta a sus otros cuatro hijos: los envió a la escuela y permitió que eligieran lo que deseaban ser. A pesar de ello, al niño Ludwig se le presentó un problema: en lugar de seguir sus propios deseos, gustaba de complacer a los demás. Esta actitud le llevó –a los ocho años- a plantearse el que tal vez fue su primer problema filosófico: “¿Por qué debería uno decir la verdad si puede serle beneficioso decir una mentira?” Esta actitud complaciente es posiblemente la explicación al por qué Ludwig consideraba que había sido un niño infeliz, mientras que sus familiares consideraban que había sido un chico feliz. Sobre esto, Monk escribe: “No mostró precocidad musical, talento literario o artístico, y, de hecho, no comenzó a hablar hasta que no tuvo cuatro años. Careciendo de la rebeldía y determinación de los otros miembros varones de su familia, desde temprana edad se dedicó al tipo de habilidades prácticas e intereses técnicos que su padre había intentado infructuosamente inculcar en sus hermanos mayores”. Ludwig se dedicó a la ingeniería para obtener la aprobación de su padre, entró a la filosofía sólo hasta que Bertrand Rusell le animó (de hecho, Rusell –al animarle a dedicarse a la filosofía- le salvó la vida a Ludwig, quien había contemplado la idea de suicidarse).

Rudolf, al igual que Hans, se rebela y se va a vivir a Berlín “a donde había ido a hacer carrera en el teatro”.

¿Cómo y por qué se suicidó Rudolf? Encontramos las respuestas en las siguientes líneas de Ray Monk:

“Su suicidio, llevado a cabo en 1904, apareció en un periódico local. Una tarde de mayo, según la noticia, Rudolf había entrado en un pub de Berlín y pedido dos bebidas. Tras estar sentado solo durante un rato, ordenó un trago para el pianista y le pidió que tocara su canción favorita, ‘Estoy perdido’. Mientras el músico tocaba, Rudi tomó cianuro y se desplomó. En una carta de despedida a su familia, decía que se había matado porque un amigo suyo había muerto. En otra carta de despedida decía porque tenía ‘dudas acerca de su pervertida inclinación’. Algún tiempo antes de su muerte se había acercado al Comité Científico-Humanitario (que hacía campaña en pro de la emancipación de los homosexuales) buscando ayuda, pero, dice el anuario de la organización, ‘nuestra influencia no llega lo suficientemente lejos como para apartarle del sino de la autodestrucción’”.

“¡Qué cosa tan terrible! ¿Qué filosofía ayudará alguna vez a superar un hecho de este tipo?” exclamó Ludwig cuando recibió la noticia. Paul, quien se había convertido en un exitoso concertista de piano, durante su participación en la Primera Guerra Mundial, perdió el brazo derecho. “Pero, con extraordinaria determinación, se adiestró en tocar sólo con la mano izquierda, y consiguió tal pericia que pudo continuar su carrera como concertista. Para él, en 1931, Ravel escribió su famoso Concierto para la mano izquierda.”

En La Revista encontramos lo siguiente: "La guerra será también la causa indirecta de otra de las obras más espectaculares de Ravel. El pianista austriaco Paul Wittgenstein -hermano de Ludwig, el filósofo- había perdido el brazo derecho en la contienda y, para poder continuar con su actividad artística, solicitó a varios compositores obras pianísticas que se pudieran tocar con una sola mano. A Ravel le apasionó tanto el reto que dobló la apuesta y escribió simultáneamente el Concierto para la mano izquierda, en el que la presencia del piano es tan poderosa como si se tocara con las dos manos, y el Concierto en sol escrito para su propio consumo..."


Referencias

Monk, Ray. “Ludwig Wittgenstein. El deber de un genio”. Editorial Anagrama. Barcelona. 2002.

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