lunes, diciembre 12, 2005

MENSAJEROS DEL ENGAÑO
(Tercera y última parte)



Durante la noche Salxeido mamó de los dioses y en sus sueños visitó la morada de la cohorte celestial. Asistió a un circo en el que la estrella principal era Cristo. La pista estaba ocupada por docenas de Cristos desnudos y de todos colores: verdes, amarillos, morados, rojos, azules... Algunos hacían malabares, otros caminaban sobre el agua del estanque, otros saltaban aros con fuego, mientras un Cristo con un látigo en la mano hacía las veces de domador. Después asistió a un baile con la Virgen, quién la viera, tan seriecita que parecía; bailaron de todo, desde el pop más simplón hasta una salsa. Al final asistió a un concierto de rock pesado en el que Cristo, con el torso desnudo, argollas en los pezones y mostrando un tatuaje de la Guadalupana, cantaba estridentemente mientras un chingo de ángeles tocaba los instrumentos. Se la pasó bien, fue alucinante, maravilloso. Pero cuando se atrevió a gritar “¡¡otra, otra!!” en el momento en que se anunció el fin de la tocada, todos los asistentes lo miraron feo y con una patada en el trasero lo arrojaron a la Tierra. Cuando caía en medio de esa negrura se despertó. La borrachera que se había puesto con la sangre de La Morenita ya se le estaba pasando, ¿o no?

No podía recordar nada, siempre le sucedía eso, sólo tenía la seguridad de que se la había pasado chingonsísimo. Era una sensación extraña, “¿cómo puedo saber que me gustó si no recuerdo lo que vi ni lo que escuche?”; pero eso no era novedad, ningún místico recuerda sus maravillosos viajes. “Ni el ojo vio ni el oído escuchó”.

Y aunque él no recordaba nada, los dioses ya preparaban la próxima fiesta. La Virgen ahora quería bailar danzón con Salxeido.

Cuando su mente estaba ya más despejada observó que, bajo una apacible noche estrellada y una enorme luna llena, los otros hombres dormían, o por lo menos eso aparentaban; tal vez no tendría que matar, podía tomar sigilosamente el dinero y salir huyendo, caminar toda la noche, o encontrar un refugio cercano en el que esconderse, lo creerían lejos y después de reparar el autobús lo irían a buscar, él tomaría la dirección contraria y no los volvería a ver. Pero tal vez no dormían, la emoción de verse de pronto con una inmensa fortuna y la desconfianza en los otros podría mantenerlos despiertos, es cierto que habían decidido repartir todo el dinero en partes iguales además de haber jurado respetar la vida de los demás, pero se trataba de la palabra de personas a las que nunca en su vida había visto y por tanto no podía cometer la ingenuidad de ser tan crédulo e imaginar que respetarían su juramento. Los debía eliminar esa misma noche, mañana podría ser demasiado tarde, el autobús podía ser reparado, se repartirían el dinero y entonces la ira divina se descargaría sobre el pobre de Salxeido. Claro que podía ser peor ¿no crees?, si alguno de los hombres estaba armado podía eliminar fácilmente a los demás, es más, tal vez no era el único que ya planeaba los crímenes para esa misma noche, tal vez Salxeido estaba más cerca de la muerte de lo que pensaba, podía ser cuestión de minutos... o de segundos.

Pobre Salxeido, tenía la cabeza embotada con ideas absurdas; el temor de ser asesinado en cualquier momento le estaba haciendo ponerse a la defensiva. “¡Ayúdame a cumplir tus planes Señor, jamás he asesinado, ayúdame!” En respuesta: imágenes de dioses amenazantes, dioses bailando, jugando, corriendo, saltando aros, riendo, haciendo malabares, transformando agua en vino, haciendo uno y mil actos cómico-circenses lo fueron agotando hasta que lo venció el sueño. Se vio abordando un barco, huyendo de todo, se sintió aliviado al ya no tener que asesinar; dispondría del dinero como se le diera la gana, lo usaría para disfrutar de la vida y no para difundir estúpidas promesas y mensajes intrascendentes que a nadie importaban, los dioses se encabronarían pero con todo ese dinero podría hacer todo aquello con que siempre había soñado... ya no deseaba la sangre de los dioses, se olvidaría de ella... puñetas mentales, como el tipo que repite hasta el infinito que ya no necesita el alcohol y, sin embargo, cada día depende más de él. Frustrante, humillante, odio a los dioses por poder disponer de su vida como se les antojara... triste marioneta. De pronto una tormenta sorprende a la tripulación en alta mar, Salxeido se esconde, sabe que la tempestad no es sino la manifestación de la furia divina, la amargura le aprisiona el alma, sabe que vaya donde vaya los dioses lo encontrarán tarde o temprano, no hay manera de escapar; antes que la tripulación lo haga, decide arrojarse él mismo al océano.

Un ruido saca bruscamente de su sueño al ex jesuita, quien se ve siendo asesinado. Maldice abiertamente a los dioses. “¡¡¡Jamás debí escucharlos!!!... estoy pagando con mi vida por obedecerlos, por no haberme rebelado a tiempo...”

Jamás había mencionado la frase a pesar de que muchas veces le había pasado por la mente, ni siquiera había tenido el valor de susurrarla para sí, ahora que deseaba gritarla la angustia no se lo permitía: “¡¡¡¡¡Váyanse a la chingada!!!!!”

¿Pero qué crees?, sólo era el viento que tiró una lata vacía. La tensión se hace insoportable y se convierte en dolor de estómago. Salxeido se levanta, camina hacia donde están las sobras de la comida y toma el destapador-picahielos; se acerca a uno de los hombres y se prepara a cumplir el mandato... Angustia, aflicción, terror, mortificación, sudor frío, miedo que humedece sus pantalones... no puede, decide largarse, huir de la presencia de Yahvé, y mientras comienza a internarse en la carretera, los dioses, que observan la escena desde el cielo, fruncen el ceño. “Vamos Salxeido, hazlo, CLAVA ese picahielos”, le dice la voz femenina que ha estado escuchando.

Salxeido obedece.

Por fin se decide y los dioses maldicen.

Ante los ojos divinos, Salxeido había huido cobardemente, había escapado de toda responsabilidad. Pero en realidad se había enfrentado a los manipuladores, había escuchado, por fin, a San Pablo.

“Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en las alturas”

El mundo se le oscureció como a Jonás, pero a diferencia de éste, para Salxeido no sería únicamente por tres días.

De cualquier manera, ¿crees que le resultaría difícil a la Virgen encontrar una nueva pareja?

1 comentario:

Jorge S. Badillo dijo...

Hola, te escribo porque estoy haciendo mi tesis de maestría acerca de los weblogs y necesito aplicar un cuestionario a los que tienen un blog. Todos mis datos se encuentran en mis dos blogs. Es con motivos puramente académicos, y desde luego, los datos recabados son estrictamente confidenciales, muchas gracias por colaborar.
Aquí está el cuestionario.
http://www.palmascondesa.com/kuestion/public/survey.php?name=cuestionariobloggers1

Estoy en Gmail o si quieres contactarme en MSN Messenger: jsbadillo@hotmail.com
mil gracias ;)