viernes, noviembre 25, 2005

MENSAJEROS DEL ENGAÑO
(Segunda parte)



Desde el inicio se había negado bajo la excusa de no tener el dinero necesario para emprender la misión. La voz femenina que escuchaba le había explicado durante todo el camino que no tenía que preocuparse por ello, que Dios pondría en sus manos todo lo necesario. Le incomodaba el hecho de escuchar claramente aquella voz y que ninguno de los otros pasajeros se percatara. Además de aquella incomodidad, sufría en silencio una jaqueca que le había comenzado momentos después de que sus temores se hicieran realidad y momentos antes de abordar el autobús.

“Te hemos alimentado porque te amamos y esperamos que nos correspondas” fue la primera frase que escuchó cuando se encontraba en los baños de la central camionera. “¡¡¡¡¿La escuchan?!!!!”, se puso a gritar como loco a los hombres que se encontraban con él, sacó de su bolsillo la figura de la Virgen que siempre llevaba consigo.

“Ella me está hablando... ¿pueden escucharla?... me ha alimentado con su sangre... ¿alguna vez han probado la sangre de la Virgen?, pues yo sí... es deliciosa... y ahora me está hablando... ¿la escuchan?... ¡¡¡maldita sea!!!... ¡¡¿la escuchan?!!!...” Se puso como loco y pronto se quedó solo en aquellos baños, la Virgen le comenzó a explicar cuál sería su tarea. “Soy tardo en el habla... y torpe de...” la Virgen no le permitió terminar la frase. “¿Deseas tener en tu lengua una gota más de mi sangre?, ¿deseas seguir saboreándola?... pues tendrás que hacer lo que te pido...”

¡Maldición!, era un cruel y asqueroso truco, ¿cómo no lo había sospechado?, la Virgen lo había hecho adicto a su sangre para poder manipularlo; meses antes podría haberse negado, pero no ahora, ahora era adicto; no sólo era un capricho, en verdad necesitaba la sangre divina, no podía prescindir de ella, aunque no lo creas su cuerpo se la pedía a gritos, sus labios se la exigían, su lengua se la demandaba. Por un instante pensó en reclamarle, gritarle que eso era jugar sucio. No pudo, escuchó en silencio cada frase de la Virgen. Cuando llegó el momento de salir del baño para dirigirse al autobús, la Virgen comenzó a sangrar, y Salxeido ni tardo ni perezoso la llevó hasta su boca, todo el enojo por haberse dejado tratar como un títere desapareció en el momento en que su lengua empezó a recorrer cada centímetro cuadrado de la figurilla. La Virgen sabía lo que hacía, lo tenía en sus manos. Podía convencer al sacerdote de hacer lo que ella quisiera.

En eso son expertos los dioses, saben perfectamente de qué pie cojeamos los seres humanos. Siempre ha sido así, a lo largo de la historia su mayor entretenimiento ha sido jugar con nosotros, nos han hecho guerrear, cumplir ritos ridículos, sacrificarnos por ellos, alimentarlos, obedecerlos. Lamentablemente para nuestro ego, los humanos no somos más que una enorme granja que pertenece a los señores invisibles de este mundo, y lo que es peor: la humanidad tardará mucho tiempo en aprender a defenderse de los dioses. Los hombres estamos muy lejos de ser los reyes del planeta, sus verdaderos reyes son estas inteligencias que desde las sombras lo dirigen, y para que hagamos lo que a ellas les conviene han inventado formidables estrategias, y de todas ellas la de mayor éxito es sin duda la religión.

Como puedes darte cuenta, Salxeido estaba en sus manos, se encontraba arrinconado, atrapado; los dioses se divertirían un rato con él. Si había querido despojarse de cualquier responsabilidad por no contar con el dinero necesario para fundar la religión que se le revelaría, ahora no podía.

El dinero estaba ahí, frente a él. ¿Cómo había llegado tanto billete al autobús?, ¿quién era su propietario?, ¿era dinero sucio?, ¿era el resultado de negocios ilegales?, ¿trafico de órganos?, ¿narcotráfico?, ¿secuestros?...

Por supuesto que esas eran interrogantes menores, su alma estaba siendo atormentada con dudas más profundas. No sabía si amaba u odiaba los milagros de los que había sido testigo, lo que sí sabía era que odiaba el hecho de haberse convertido en el corre-ve-y-dile de los dioses, “¿por qué yo?, ¿por qué me eligieron cuando existen cientos de miles de sacerdotes y religiosos en el mundo?, ¿por qué chingados ponen sobre mis hombros esta pesada carga?, ¿por qué tenía que abordar este maldito autobús?, ¿a quién se le podría extraviar una fortuna como ésta?, seguramente el dueño de toda esta lana está que ni lo calienta el sol por haberla extraviado de una manera tan estúpida... ¿y si no la extravió?, ¿y si el verdadero dueño sabe perfectamente la ubicación de la lana y piensa recogerla en la estación de autobuses a la que nos dirigimos?, ¿o estará planeando interceptar el autobús en algún lugar alejado de la mano de Dios y tomar el dinero?...”

Especulaciones al infinito hacían tanto él como los otros pasajeros acerca del origen de aquel portafolios que les ofrecía la oportunidad de hacer realidad todos sus sueños. Pero el verdadero origen de aquella fortuna no era tan mundano, las inteligencias del más allá lo habían colocado en el lugar preciso, en el momento exacto y ante los pasajeros adecuados mediante un juego de “casualidades” en el que aquellos hombres estaban involucrados sin saberlo. La historia humana no es más que una ridícula obra de teatro escrita y dirigida por las divinidades, casi nada -y hay que resaltar el casi- sucede sin que ellas lo dispongan.

Sabemos que el dinero estaba ahí porque así lo habían querido los señores que desde las alturas nos vigilan, y también sabemos que cada uno de los pasajeros -el periodista, el biólogo, el sacerdote y el chofer- se encontraba abordo, soñando con lo que podría hacer con la parte que le correspondía, porque también así lo habían dispuesto esas inteligencias extrahumanas; de lo que no sabemos nada es acerca de sus intenciones, de sus objetivos. ¿Había en el corazón de los dioses algo más que ganas de divertirse? ¿Qué planes tenían para aquellos hombres? ¿Deseaban en serio crear otra religión como le informaron a Salxeido? ¿No es acaso suficiente con las religiones ya existentes para mantener encadenada la mente de los hombres?

Extraño sería que pasara algo que sorprendiera a los dueños del planeta. Todo estaba perfectamente planeado, incluyendo el desperfecto en el autobús que los obligaría a pasar la noche en la carretera.

* * * * * * * * *

Salxeido nunca en su vida había visto tanto dinero, claro que tendría que compartirlo con los otros, pero de cualquier forma le alcanzaría para publicar el libro sagrado que la Virgen en cualquier momento comenzaría a dictarle y, cuando estuviera listo, comenzar a distribuirlo. Claro que si en lugar de compartirla, toda esa fortuna fuera destinada a sus propósitos... ¡vaya!, sería grandioso, podría librarse del enorme peso que significaba encontrar los medios para dar a conocer la nueva doctrina por el mundo entero.

Pero cómo hacer para que todo el dinero fuera usado para sus propósitos, tal vez podría convencer a aquellos hombres, podría explicarles que ese dinero no debía ser derrochado en frivolidades sino invertido en una empresa divina. Si eran inteligentes no se expondrían a la furia de Dios, ¿quién con claridad de pensamiento sería capaz de realizar alguna acción contraria a los deseos del Señor y de su hijo?, el cordero de Dios necesitaba urgentemente ese dinero y nadie en su sano juicio podría pensar en arrebatárselo.

¿Cómo comentarlo?, no habían comprendido nada cuando al subir al autobús le dijeron que se dejara de mamadas al cuestionarle la razón por la que saboreaba la figura de la Virgen. Por alguna extraña razón no habían podido ver la sangre de Lupita a pesar de que nunca había sido tan abundante como en ese momento. La sangre le escurría por los dedos, le había manchado la ropa y el preciado líquido no paraba de fluir. Ellos se rieron, le llamaron loco, desquiciado, fanático. El demonio los tenía cegados. ¿Qué otra cosa podía ser? Si no eran capaces de ver un milagro como ése era debido a que sus corazones estaban endurecidos y obviamente no comprenderían; no podía exponerse a sus comentarios despectivos, es más, si el milagro era inexistente ante sus nubladas mentes, lo creerían chiflado y tratarían de hacerlo a un lado durante la repartición, tal vez el príncipe de este mundo sería capaz de hacer que pensaran no sólo en despojarlo de la parte que le correspondía sino de quitarle la vida; a Satanás no le conviene que Dios de su mensaje de amor y bienaventuranza al mundo, podría por tanto mandar a que se deshicieran de él. ¿Cómo podría hacer para que todo el dinero fuera para él, es decir, para Dios?, esa billetiza tenía que ser para el-que-todo-lo-puede-y-todo-lo-sabe, así que tendría que pensar en algo rápido para quedárselo y dar a conocer por todo el mundo la buena nueva. Ningún rincón del planeta podía quedar en la ignorancia, la ignorancia no es buena, quien no hace lo necesario para despojar de la ignorancia a su prójimo no es digno ante Dios y merece el peor de los castigos, merece habitar por toda la eternidad el lugar donde rechinan los dientes. Como podrás darte cuenta, los dioses habían puesto al padrecito en una situación nada envidiable.

“En buen lío te hallas metido Salxeido, necesitas toda la lana pero tienes que compartirla, y no puedes negociar con unos tipos a quienes el gran mentiroso tiene bajo su poder, recuerda como se rieron no sólo de ti sino de Dios... blasfemos... estúpidos blasfemos...”

Uno de ellos, el que había mencionado que era periodista, volteó hacia Salxeido y le susurro: “Levítico, capítulo 24, versículos del 13 al 23, pendejo” El padre se levantó y tomándolo por las solapas le exigió que le repitiera lo que había dicho. “¿Qué le pasa?, ¿se volvió loco?”, con un manotazo se zafó del sacerdote. “¿Qué fue lo que me dijiste?”, “Yo no le dije nada”. Salxeido caminó hacia su equipaje, tomó la Biblia y leyó donde el periodista le había indicado:

Y Yahvé habló a Moisés diciendo: Saca al blasfemo fuera del real, y todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación. Y a los hijos de Israel hablarás diciendo: cualquiera que maldijere a su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el nombre de Yahvé, ha de ser muerto: toda la congregación lo apedreará: así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera (...) Y habló Moisés a los hijos de Israel y ellos sacaron al blasfemo fuera del real, y apedreáronlo con piedras. Y los hijos de Israel hicieron según que Yahvé había mandado a Moisés.

Al terminar la lectura escuchó que los hombres comentaban en voz alta, como si no les importara que el ex jesuita estuviera ahí:

-El pobre padrecito es un estúpido.
-No, lo que pasa es que se le perdió un tornillo.
-Hace falta estar loco para hacerse sacerdote, yo no conozco a un solo religioso que esté en sus cabales.
-Yo creo que lo que vuelve loco es tomarse en serio la Biblia.
-La Biblia y el tal Jehová o Yahvé son cuentos para retrasados mentales.

En ese momento, el hombre de ciencia se levantó, miró directamente a los ojos de Salxeido y citó a Thomas Paine casi gritando:

-Al leer las historias obscenas, el voluptuoso desenfreno, las crueles ejecuciones y torturas, la insaciable venganza con la que está plagada más de la mitad de la Biblia, resultaría más consistente que la llamáramos la palabra del demonio que el mundo de Dios. Es una historia de maldad que ha servido para corromper y embrutecer a la humanidad. Por mi parte la detesto profundamente como detesto cualquier crueldad, rara vez encontramos algo que no merezca nuestro aborrecimiento y desprecio... Para leer la Biblia sin horrorizarnos debemos destruir todo lo que hay de tierno, comprensivo y benévolo en el corazón del hombre... ¿qué hemos aprendido de esta supuesta religión revelada? nada útil al hombre y todo lo deshonroso al creador, ¿qué nos enseña la Biblia? rapiña, crueldad y crimen... Grandes objetivos inspiran grandes pensamientos, gran magnificencia promueve mayor gratitud, sin embargo, las viles doctrinas y cuentos de la Biblia y el Testamento sólo mueven a desprecio...
-¡¡¿Cómo dices, tarado?!!... -Poco faltó para que Salxeido se le fuera encima.
-Digo que ojalá pronto pase alguien que pueda ayudarnos con el vehículo... ¿se siente mal padre?
-Levítico, capítulo 24, versículos del 13 al 23, hijo... espero que te sea de provecho...

Por lo menos a Salxeido sí le resultaría provechoso, esa era la respuesta que se le ponía enfrente. Dios permitía el asesinato bajo ciertas circunstancias, no sólo lo permitía, lo exigía. La Biblia era clara, todos aquellos que se atrevieran a usar su sucia boca para manchar el nombre de Dios, debían ser asesinados. Aquellos hombres se habían atrevido a blasfemar, Salxeido debía hacer que se cumpliera La Palabra, que se cumplieran los deseos del Creador.

¿Cómo? Ahora sabía cómo es que todo el dinero sería usado en la misión, merecían la muerte; pero cómo podría asesinarlos. No podía ser durante el día, pues sería un suicidio enfrentarlos a todos al mismo tiempo, aunque en realidad dependía de la técnica. Primero pensó en seguir el consejo del Levítico pero afortunadamente razonó que sería imposible. No, definitivamente tendría que hacerlo de otra manera... De lo único que estaba seguro es que debía asesinarlos. Más por temor que por convicción.

¿Cómo negarse? ¿Cómo oponerse a los deseos del Señor? “El que no está conmigo está contra mí y el que no recoge conmigo desparrama”, no le convenía estar contra el Unigénito. Conocía La Palabra, sabía que Yahvé estaba siempre malhumorado como para darle otro disgusto, sabía que a la hora de castigar era implacable:

“Y a la media noche Yahvé hirió a todo primogénito en la Tierra de Egipto, desde el primogénito de faraón hasta el primogénito del esclavo y hubo gran clamor en Egipto porque no había casa donde no hubiere un muerto”
“Yahvé habló a Moisés: Haz la venganza de los hijos de Israel....matad, pues, a todos los varones entre los niños y matad a toda mujer que haya conocido varón carnalmente”
“Si te incitare a servir a dioses ajenos tu hermano o tu hijo, tu hija, tu mujer o amigo íntimo, no le prestaras oído sino que lo matarás”
“Luego que Yahvé tu Dios te haya entregado a una ciudad, herirás a todo varón a filo de espada; ninguna persona dejaras con vida y los destruirás completamente”
“Pero si no obedeces la voz de Yahvé, tu Dios, vendrán sobre ti todas estas maldiciones: Maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tus tierras, los partos de tus vacas y las crías de tus ovejas. Yahvé mandará la desgracia, la derrota y el susto sobre todo lo que tus manos toquen, hasta que seas exterminado, y perecerás en poco tiempo por las malas acciones que cometiste. Tus hijos y tus hijas serán entregados a pueblos extranjeros y enfermarás con tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada. Te comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijas e hijos que te haya dado Yahvé, en el asedio y angustia a que te reducirá tu enemigo”

Los ejemplos no escasean, le gustara o no, tendría que obedecer, a menos que como Jacob, quisiera pelear con el Todopoderoso desde que anocheciera hasta que rayara el alba.

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