martes, agosto 09, 2005

Marcos 16:15 (Fragmento)

A Jimmy Urías, por su amistad


I.

Cuando imitamos a alguien estamos transmitiendo algo. Ese “algo” puede a su vez transmitirse una y otra vez hasta cobrar vida propia y puede llamarse idea, orden, conducta, información... No obstante, si deseamos investigarlo a fondo, deberemos encontrar un nombre para definirlo. Afortunadamente el nombre existe: se llama “meme”.


Durante todo el trayecto la sangre no dejó de fluir.

Una vez en órbita, esferas e hilillos del vital líquido flotaban y danzaban como siguiendo una música lenta y mística ante los asombrados ojos de los astronautas.

Algo dentro de ellos vibró siguiendo aquel baile enajenante. Algo que nunca habían experimentado pero que los turbó sobremanera. Soledad. Vacío. Éxtasis. Abandono del cuerpo y de la voluntad.

El rostro sufriente del hombre del que desconocían todo, los impresionó sobremanera. Sus ojos suplicantes debían significar algo, algo que no alcanzaban a comprender. De pronto tuvieron la certeza de que ellos, de alguna manera, habían sido los responsables del sufrimiento y muerte del hombre representado en aquella escultura.

La salud mental de los astronautas fue puesta en duda ya que no se contaba con pruebas materiales: el desvanecimiento de aquella sangre fue tan misterioso como su aparición.

Haber viajado por cuatro mini-ciclos les había provocado una gran tensión, sus mentes estaban agotadas. Afortunadamente la misión se había cumplido, como era de esperarse se les pidió, mejor dicho, se les exigió guardar silencio, el “milagro” no debía divulgarse.


MEME: Elemento de una cultura cualquiera digno de ser transmitido por procedimientos no genéticos. Se considerará meme toda información susceptible de ser copiada por un procedimiento que, a grandes rasgos, se pueda denominar “imitación”.


La pieza era extraordinaria.

-¡Hermosa! -exclamó Xólotl, el encargado de montar la exposición.

-Si, ¿y quién se supone que es? -Cuestionó Kev, su joven ayudante.

-Jesucristo.

-Mmmm.

-Seguramente el nombre no te dice nada, pero se supone que para muchos era Dios.

-¿Qué es eso?

En el rostro de Xólotl se dibujó una enorme sonrisa, mucho tiempo atrás las religiones habían pasado a formar parte de la historia, de esas partes de la historia que no se divulgaban con frecuencia y que muchos se empeñaban en borrar.

Xólotl era experto en el tema, desde que estudiaba en la Universidad se había interesado en investigar sobre los cultos de la antigua humanidad. Un tema del que conocían sólo unos cuantos iniciados: neuroteólogos, psicólogos y gente del gobierno.

La neuroteología era la rama de la memética dedicada a estudiar ciertos memes: los memes religiosos.

La nueva humanidad no sabía de religiones ni del concepto de Dios.

Xólotl estaba ansioso de hacer públicos todos sus conocimientos. Se sentía realmente emocionado de poder platicar con Kev, un muchacho que estaba entrando en la adolescencia.

Unos intervalos temporales antes no hubiera podido, 2000 ciclos atrás el gobierno había prohibido hablar de religión a los niños y a los jóvenes, y desde hacía 978 ciclos ningún adulto podía escuchar del tema, se temía que algunos pudieran ser demasiado impresionables y que eso trajera como consecuencia una nueva “epidemia”.

Virus. Las religiones, para la memética en general y la neuroteología en particular, lo eran.

-Bien... seguramente has escuchado hablar de la Tierra, ¿no?

-¿El lugar en el que vivió la antigua humanidad?

-¡Exactamente! Pues en aquel lugar la gente tenía religiones... creencias mágicas -el rostro de Kev reflejaba su extrañeza ante aquellas palabras, ante aquellos conceptos de los que nunca le habían hablado en la escuela-. Muchos creían que el universo tenía un... diseñador, un constructor... pero no sólo eso, diversos grupos aseguraban que aquel diseñador les había revelado su voluntad...

-¡Guauu! -Balbuceó Kev con verdadero asombro a pesar de no entender del todo lo que explicaba Xólotl.

-Pero viene lo mejor... una de estas religiones, la llamada católica, aseguraba que el creador del universo había tenido un hijo con una muchachita llamada María...

-¿Estás bromeando?

-No, la ingenuidad no tenía límites. Pues el hijo de Dios y de María fue crucificado, y supuestamente resucitó al tercer día.

-¿Es el de la figura?

-Sí...


Memeplexes: Grupos de memes que se replican conjuntamente. Complejos de memes coadaptados. La esencia de cualquier memeplex consiste en facilitar que los memes que contienen se repliquen mejor como parte de un grupo que individualmente.


Xólotl se alteró cuando le dieron la noticia.

¡Demonios! Demasiado trabajo le había costado que la prohibición se aboliera. La historia de las religiones al fin podía llegar al gran público.

Por supuesto que no hizo todo el trabajo, un numeroso grupo de psicólogos había logrado presionar a los legisladores.

“No habrá problema -explicaron- no hay posibilidad alguna de que las religiones puedan resurgir, ahora se sabe que vivimos en un universo -y citaron a un famoso científico- autocontenido, sin un borde espacial, sin principio ni final en el tiempo, y sin lugar para un Creador.”

Prometieron darles respuesta y Xólotl se sorprendió cuando seis mini-ciclos más tarde recibió un comunicado en el que no sólo le anunciaban su triunfo sino que, además, le encargaban que montara una exposición -posiblemente permanente- en la que se mostraría al gran público lo que hasta ahora se le había ocultado: la historia de las religiones.

El proyecto fue creciendo al grado de haberse construido un edificio especialmente para la exposición. El Museo de las religiones se convertiría en unos mini-ciclos en una realidad.

Susan era algo más que una joven atractiva, conocía de religiones más que cualquier otra de sus colegas; estaba al frente de la sección dedicada al catolicismo, su ex novio era un artista plástico talentoso y por ello le había encargado que construyera el enorme Cristo que ocuparía la pared principal, no le dio indicaciones de ningún tipo, confió en su creatividad.

Aquella figura, después de vivir por varias fracciones de mini-ciclos en la mente y en las placas hologramáticas de Richard, se materializó y el resultado fue mejor de lo esperado.

Richard Malow era considerado una leyenda viviente, un artista extraordinario; tenía el suficiente poder económico como para permitirse el lujo de vivir completamente solo en una estación orbital que giraba alrededor de Kepler, el cuarto planeta de aquel sistema solar. El museo bien podría haberse ahorrado una suma bastante respetable si hubiera encargado el diseño y construcción de aquella pieza a cualquier otro artista, pero la idea de Susan era que la escultura principal de su sección fuera realizada por “uno de los grandes”; ahora sólo era cuestión de transportarla de la estación orbital al museo. Aquel Cristo viajaría a través del espacio por cuatro mini-ciclos hasta su destino, en el que sería admirado nuevamente por los hombres, la nueva humanidad escucharía de su nacimiento virginal y de sus milagros.

Una verdadera resurrección.

Malow había aceptado realizar la escultura sin pensarlo mucho, y la razón no había sido Susan. El excéntrico artista tenía un gran olfato para los negocios y para las relaciones públicas, su peculiar forma de vida lo demostraba. Malow intuía que lo del museo de las religiones no era un proyecto cualquiera.

Lo del supuesto milagro había puesto tan nerviosas a las autoridades que aun antes de investigar ya trataban de armar una explicación oficial, “por si la noticia logra infiltrarse”.

La mentira oficial en la que se estaba trabajando diría –más o menos- lo siguiente: Los tres hombres fueron revisados por los especialistas y consideraron que se trataba de agotamiento mental. Viajaron un mini-ciclo más de lo previsto.

La verdad es que los astronautas habían viajado el tiempo previsto y sin ningún contratiempo -exceptuando el supuesto milagro, claro está-. A Xólotl se le informó lo que realmente se haría: revisar la pieza...

-Hemos considerado que no perdemos nada con hacer un análisis minucioso.

-Están cometiendo un error... Si el gobierno está preocupado por una nueva epidemia lo que menos debe hacer es darle importancia al asunto, no se trata más que de una confusión, los astronautas tuvieron una alucinación...

-Esa es su opinión... Mire... todo lo referente a los análisis será confidencial, el público no sabe ni sabrá de la historia que contaron los astronautas ni de los estudios que realizaremos...

-No hay ninguna probabilidad de que el “milagro” sea verdadero, ¿sabe usted cuántas piezas que supuestamente también sangraban de forma sobrenatural fueron reportadas e investigadas minuciosamente por la antigua humanidad?

-Sí, leí el reporte...

-Entonces sabe perfectamente que a todos esos casos se les encontró una explicación racional: algunos fueron fraudes y otros confusiones...

-Existe otra posibilidad.

-¿Cuál? -Preguntó Xólotl no sin cierto temor.

-Que la ciencia de la antigua humanidad fuera lo suficientemente primitiva como para no haber realizado una investigación medianamente aceptable... además, sabe que existieron varios grupos de “escépticos organizados” que se ocupaban más de negar que de investigar...

-No es así, el objetivo de esos grupos era el de encontrar la verdad.

-No estoy de acuerdo con usted... La historia de grupos como el Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia o la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica es bastante clara al respecto: negar todo aquello que la ciencia no pudiera explicar.

-Está usted equivocado, los escépticos...

-No voy a discutir con usted ese punto... Los análisis se llevarán a cabo y punto.

-¿Usted cree que el Cristo sangró milagrosamente mientras era transportado al museo? -Cuestionó Xólotl con una sonrisa que significaba muchas cosas: burla, desesperación, sarcasmo, indignación... pero también verdadera curiosidad...

-Para serle sincero... sí.

La respuesta lo dejó sin habla, tenía ante sus ojos al primer cristiano después de 2312 ciclos.


La transmisión de los memes se realiza longitudinalmente por vía generacional aunque también puede hacerse horizontalmente, como los virus de una epidemia... Dawkins acuñó el término “virus de la mente” para aplicarlo a ciertos memeplexes, como son las religiones y los cultos, que se propagan a través de segmentos de población enormes, en los que los individuos emplean todo tipo de estrategias de copia cuyas consecuencias pueden tener efectos desastrosos para la población infectada.


Kev estaba fascinado con el regalo que le había hecho Xólotl. La obra realmente había capturado su atención.

La madre de Kev no estaba tan contenta, su hijo había descuidado sus obligaciones escolares y domésticas, y había pasado la tarde entera examinando aquel material. Ni siquiera había hecho una pausa para comer. ¿Qué podía tenerlo tan ocupado? Hizo una mueca al pensar en Xólotl, aquel “excéntrico” personaje seguramente estaba detrás del desesperante comportamiento de su hijo...

Kev leyó:

“Enteógenos (‘Dios dentro de nosotros’): sustancias vegetales que, cuando se ingieren, proporcionan una experiencia divina; en el pasado solían ser denominadas ‘alucinógenos’, ‘psiquedélicos’, ‘psicotomiméticos’, etc., términos que pueden ser objetados seriamente. Un grupo encabezado por el estudioso de Grecia Carl A. P. Ruck propone ‘enteógeno’ como una designación que llena por completo las necesidades expresivas y que además capta de manera notable las ricas resonancias culturales evocadas por dichas sustancias, muchas de ellas fúngicas, en vastas regiones del mundo durante la pre y la protohistoria (Véase el Apéndice).”

Kev pasó rápidamente al apéndice, en éste se explicaba la razón por la que se proponía el término enteógeno. Los autores del texto afirmaban que el uso de ciertas palabras impedía comentar con imparcialidad los “trascendentes y beatíficos estados de comunión con las deidades” que muchos pueblos creyeron alcanzar mediante la ingestión de determinadas sustancias. Esas palabras (alucinógenos era una de ellas) resultaban inadecuadas porque reflejaban los prejuicios de la época. Al final del apéndice, los autores explicaban el vocablo que proponían:

“En griego, entheos significa literalmente ‘dios (theos) adentro’, y es una palabra que se utilizaba para describir el estado en el que uno se encuentra cuando está inspirado y poseído por el dios, que ha entrado en su cuerpo. Se aplicaba a los trances proféticos, la pasión erótica y la creación artística, así como a aquellos ritos religiosos en que los estados místicos eran experimentados al través de la ingestión de sustancias que eran transustanciales con la deidad. En combinación con la raíz gen-, que denota la acción de ‘devenir’, esta palabra compone el término que estamos proponiendo: enteógeno (...) Podemos hablar de enteógenos o, como adjetivo, de plantas o de sustancias enteogénicas. En un sentido estricto, sólo aquellas drogas que producen visiones y de las cuales pueda mostrarse que han figurado en ritos religiosos o chamánicos serían llamadas enteógenos; pero en un sentido más amplio, el término podría también ser aplicado a otras drogas, lo mismo naturales que artificiales, que inducen alteraciones de la conciencia similares a las que se han documentado respecto a la ingestión ritual de los enteógenos naturales.”

Nunca había recibido un mejor regalo. Kev estaba absorto.

Aquel adolescente tenía en sus manos “El camino a Eleusis”, un material que se había originado en el mítico planeta Tierra, el planeta en el que tenía su origen la humanidad. En dicho material Robert Gordon Wasson, Albert Hofmann y Carl A. P. Ruck exponían su solución a los misterios eleusinos.

“Durante casi dos milenios los misterios fueron celebrados cada año (excepto en uno) en beneficio de los iniciados cuidadosamente elegidos, en el tiempo correspondiente a nuestro mes de septiembre...”

¿Cerca de dos milenios terrestres?, ¿cuánto era aquello en ciclos? Kev no tenía ni idea. Pero eso no era lo importante.

Leyó en voz alta las palabras de Wasson: “¿Qué no darían nuestros estudiosos de la antigüedad clásica a cambio de la oportunidad de asistir al rito en Eleusis (población situada al oeste de Atenas), de hablar con las sacerdotisas? Llegarían a los recintos, entrarían a la cámara sagrada con la reverencia emanada de los textos que han venerado a lo largo de milenios. ¡Qué propicio sería el estado de su espíritu si se les invitara a compartir la poción!...”

Wasson jamás imaginó que sus palabras llegarían a ser leídas a años luz de la Tierra. Xólotl estaba a punto de ingerir la poción... Kev también lo haría...

* * * * *

Los cuestionarios y las pruebas psicológicas parecían no tener fin, los tres astronautas tuvieron que padecer la tortura de responder a los miles de cuestionarios. Pero eso no fue lo peor, lo que realmente les angustiaba era que verdaderamente estaban confundidos; por dos motivos no habían podido hablar entre ellos sobre lo que habían visto y vivido en la nave: 1. No habían podido estar a solas, su agenda estaba apretadísima: políticos y psicólogos esperaban su turno para entrevistarse con “los apóstoles”; y 2. Porque ninguno se sentía preparado para enfrentarse al ¿milagro?

“Los apóstoles” había sido el nombre que uno de los neuroteólogos le había dado a los astronautas, su intención había sido hacer un chiste, a Xólotl no le hizo gracia.

“Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura” había ordenado Jesucristo a sus apóstoles. Todo meme suplica exactamente lo mismo: disemíname por todo el mundo y haz lo necesario para que me adopte el mayor número de personas. Por ello le molestaba que se refirieran a los tres astronautas de esa manera; estaba empeñado en minimizar cualquier temor en el sentido de que el catolicismo pudiera infectar la mente de los ciudadanos. Xólotl y otros expertos en memética también fueron interrogados un gran número de veces.



Nota: Toda la información acerca de los memes fue tomada del libro La máquina de los memes de la psicóloga Susan Blackmore. Xólotl agradece profundamente a Borges y a María Sabina por iluminarlo con sus conocimientos, por revelarle sus secretos durante su primera experiencia mística. Jaime Urías y yo tomábamos una clase de astronomía general con la doctora Julieta Fierro, un día nos comentaba algo sobre la relación entre astronomía y literatura, entonces se le ocurrió dejarnos de tarea escribir un cuento que tuviera información astronómica, yo había leído el libro de Susan Blackmore y una novela de Philip K. Dick, ¿y qué se obtiene al mezclar astronomía, memes y milagros? Bueno, lo que yo obtuve fue la primera versión de esta historia.

No hay comentarios.: